jueves, 11 de septiembre de 2014

Medicina Integrativa

Alejandro Chaoul: "La ignorancia es el problema de muchos médicos"


El director de Educación del programa de Medicina Integrativa del MD Anderson Cancer Center de Houston explica a La Vanguardia.com las terapias energéticas que se aplican en el hospital oncológico más grande de Estados Unidos que atiende 600.000 pacientes cada año


Ruido, mucho ruido es lo que hace el departamento de Medicina Integrativa del Departamento de Oncología del hospital Anderson de Houston, referencia mundial en el tratamiento del cáncer. Por las manos de sus médicos pasan grandes fortunas mundiales, y muchas personas famosas que se tratan intentan pasar desapercibidas. Es una anécdota que ilustra la confianza que 600.000 pacientes distintos al año tienen en sus profesionales. El doctor Alejandro Chaoul(Argentina, 50 años) también confió en el centro. Su padre tuvo cáncer de próstata. Se curó. Lo llevó hace años para una segunda opinión médica y se interesó por ver qué más hacían por los pacientes. Vio que daban yoga, y se ofreció a dar meditación como voluntario. Allí sigue 15 años después, dirigiendo la aplicación de esta terapia en enfermos oncológicos.


¿Cómo acabó usted quedándose allí? Explíqueme su currículum.

Estudié la Licenciatura de Comunicaciones y Filosofía en Boston (Massachusetts). Después hice un Master de estudios religiosos enla Universidadde Virginia. Y me doctoré en Estudios Religiosos porla Universidadde Rice en Houston (Texas). Mi tesis fue sobre la práctica del Yoga Tibetano y las perspectivas médicas contemporáneas. Justo cuando hacía el doctorado empecé en el Anderson. Ahora soy facultativo y desde hace dos años director de Educación del programa de Medicina Integrativa del Departamento de Oncología. Somos 40 personas, una gotita dentro del hospital donde trabajan 19.000 empleados.

Pequeños, pero su servicio de medicina integrativa es muy conocido.

Sí, hacemos ruido. Bueno, lo hacemos porque lo hacen los pacientes. La medicina integrativa es una corriente impulsada por ellos. Obviamente quieren curarse, pero también estar bien cuidados y quieren tener mejor calidad de vida. Cuando un oncólogo que tradicionalmente busca eliminar el cáncer, si sólo se enfoca en el cáncer, muchas veces se olvida de la persona. Los efectos secundarios de los tratamientos están ahí: en el de próstata pierdes la sexualidad, en el de mama te pueden quitar un pecho, en el de garganta tendrás la boca seca… ¿por qué no encontrar maneras de mejorar los efectos de los síntomas?

¿Usted da clase aún?

Sí, llevo un grupo de yoga para pacientes vinculados con cáncer y no sólo para el enfermo, también participan los familiares. Son clases gratuitas.

¿A cuántos pacientes ha tratado usted?

Muchísimos a nivel grupal, desde hace 15 años tengo grupos en los que hay unas 10 personas por semana, pacientes y familiares. También tengo una clínica y ahí los visito solos.

¿Hacen investigación?

Sí. El primer estudio piloto se publicó en el 2004. Empezamos a estudiar el yoga en pacientes con linfoma y demostramos que mejoraba la calidad de su sueño. Después el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos nos dio una beca de 2,4 millones de dólares para analizar el uso del yoga tibetano en mujeres con cáncer de mama que están haciendo quimioterapia.

¿Ya tienen resultados?

Sí. El primer estudio lo publicamos en el Journal Cancer. El segundo ha durado seis años y aún no lo hemos publicado porque lo tenemos que acabar de escribir. Han participado 300 pacientes. Los resultados indican que lo que vimos en el 2004 sobre la mejora en la cantidad y cantidad de sueño, la reducción de medicinas… sigue en la misma línea, y también los pacientes tienen menos síntomas como las náuseas y la fatiga provocados por los tratamientos. Hemos publicado trabajos en varias publicaciones, en todos demostramos cómo a través del yoga el paciente tiene más aceptación del cáncer: hay menos depresión, menos estrés, más espiritualidad.

¿Qué otras terapias se hacen en el departamento de medicina integrativa?

Los médicos oncólogos derivan también sus pacientes al nutricionista, al fisioterapeuta, a los masajistas, acupunturistas, les recomiendan músicoterapia, psicología…

¿Sólo sirve para pacientes con cáncer?

Puede ayudar a otras enfermedades, pero está muy enfocada en determinados pacientes con un determinado tipo de cáncer.

¿En qué ayuda la meditación?

Por ejemplo en los procesos de ansiedad anticipada en las biopsias. Tratas de dar poder al paciente para ser parte de su sanación porque debe ser copartícipe de su propia sanación. Incluyes medicina convencional, métodos avalados por evidencias, y todo coparticipando el paciente.

¿Cómo intuyó que el yoga tendría una perspectiva médica?

Cuando empecé a estudiar, lo hice porque me interesaba a mí. Después ya me orienté en la parte médica, cuando empecé a hacer de voluntario. Cuando empecé a trabajar con el Dr. Leonardo Cohen, actual director del departamento de medicina integrativa, nunca imaginé que tendría un aspecto tan médico.

¿Cómo lo miran a usted los médicos si no tiene usted un título de médico?

Al principio era cómo: qué bueno que hace esto, es raro… Pero hoy en día con todos los estudios que hay, también doy clases que están abiertas a médicos. Por suerte me ven bien, tengo buena reputación, y doy clases en la escuela de medicina, hoy en día ven bien la medicina integrativa. Algunos lo ven como algo que por lo menos no hace daño. Otros como algo totalmente necesario para la calidad de vida de los pacientes.

¿Hace falta este enfoque en la medicina actual?

Nosotros abocamos por el cambio de vida: tu nutrición, el ejercicio, el cuerpo-mente… El anterior presidente del MD Anderson dijo que el 50-70 por ciento de los cánceres son prevenibles si cambiamos nuestro estilo de vida.

¿Cómo cooperan la medicina convencional y la que no lo es en su hospital?

Nosotros no abocamos por una medicina alternativa, si no integrativa, usar lo mejor de la convencional y lo mejor de la complementaria que tenga evidencia que se puede demostrar. Este es nuestro modelo clínico.

Precisamente una de las reticencias principales de los médicos para confiar en estas terapias, es la evidencia científica que tiene que tener todo diagnóstico y posterior tratamiento médico. ¿Considera esta visión pasada de moda?

En el hospital Anderson también hemos remado a contracorriente, pero empezamos a ganar terreno gracias a dos fuerzas importantes: los pacientes, que se mueven y lo piden; y bajo el punto de vista profesional lo más importante es que la terapia sea segura y probar que sea eficaz porque muchas no tienen riesgo, pero no hacen nada. A partir de la investigación, informamos. En la clínica juntamos Educación, Investigación y Clínica.

Por su experiencia, ¿por qué cree que los médicos españoles son tan reticentes a abrir la posibilidad de la cooperación de la medicina occidental a otras terapias?

En Estados Unidos también hay muchos que no saben, pero creo que lo que pasa es que hay ignorancia. No conocen, no los entrenan en la escuela de medicina, ni les enseñan los diferentes aspectos de la medicina cuerpo-mente, y es muy importante.

Parece que no es tan fácil de entender…

¿Cuántos pacientes de cáncer no tienen estrés? ¡Todos han tenido! Y sabemos que el estrés puede ayudar a la metástasis, está demostrado. En general, en el cáncer los pacientes mueren más por metástasis que por cáncer primario. Queremos ayudar a que no las tengan, a que tengan mejor calidad de vida, y además casi sin efectos secundarios. No es una medicina tan costosa. Nosotros a través de la medicina integrativa no tratamos de sacar trabajo a los oncólogos, algunos creen qe es una competición, nosotros trabajamos con los oncólogos. Los pacientes del Anderson, los médicos nos los derivan.

¿Cómo trabajan codo a codo con los médicos?

Los jueves por la mañana hacemos una sesión conjunta del oncólogo y todos los especialistas para hablar de los pacientes, de cómo les podemos ayudar y juntos diseñamos programas para mejorarles la calidad de vida.

¿Su modelo es exportable a España?

Sí, totalmente. Lo importante es basarse en la evidencia, y la hay.

Ya. Pero, ¿qué les diría a los médicos?

La evidencia existe en ciertas disciplinas de salud y deberían aceptarlas. En las que no, esperar…

Pero siempre hay que empezar a probar… Dar el primer paso ya es una barrera.

Sí, a veces es un círculo vicioso. Ahí tiene la responsabilidad el grupo de profesionales de esa terapia para empezar a tener evidencias a pasos pequeños. Si das una terapia, empieza con tu documentación, lo llevas a alguien que pueda ayudarte con la investigación, vas paso a paso… es un camino largo. Nosotros ya no sentimos que estamos del otro lado, aunque seguimos remando a veces a contracorriente. En general tenemos apoyo porque se ven los resultados en investigaciones y en la mejoría de los pacientes.

¿Esto podría evitar que haya médicos que ni miran al paciente a los ojos?


Hay que mejorar esta relación. A los médicos que sienten que no tienen tiempo, les diría que cuando van a ver un paciente, aunque tengan seis minutos, se tomen medio en lavar su mente a la vez que se lavan las manos, y lleguen al cien por cien con el paciente y sus familiares. Que se sienten a su altura, le den tiempo para hablar, antes de decirle nada. Hay estudios que dicen que esto mejora la relación. Y después mirar la evidencia de otras terapias para poderlas incorporar a los tratamientos convencionales.

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